
El fin de este mensaje no es otro que tratar entre todos, de responder a esa gran incógnita que es el motivo o razón, por el que todo peatón se siente atraído como si fuese un tripulante del barco de Ulises, por esos escasos dos metros de ancho de vía hormigonada, por norma general, situado al ado de una acera y pintado de color rojizo, que cuenta la leyenda que esta destinada para la circulación de ciclistas, pero por la que transitan todo tipo de peatones, desde octogenarios en pareja, que sólo se cogen ya de la mano para pasear por estos puntos, a encorbatados que para colmo circulan con su teléfono pegado a la oreja , conversando en voz tan alta que sería posible desprenderse de tal aparato. Y todo esto teniendo en cuenta, que en la zona por donde transito posee una acera contigua de almenos 12 metros de ancho.