El ciclismo no es solo un deporte de vatios, túneles de viento y pulsaciones; es, ante todo, un deporte de relatos. Hoy, ese relato se queda un poco más huérfano. La comunidad ciclista española amanece con el corazón encogido tras conocerse el fallecimiento de Jesús Alañá, una de las voces más autorizadas, respetadas y, sobre todo, queridas del periodismo radiofónico especializado.
Una vida pegada al asfalto
Jesús Alañá no solo informaba sobre ciclismo; lo vivía con una pasión que traspasaba las ondas. Durante décadas, su voz fue el puente entre el esfuerzo agónico de los corredores en los puertos de montaña y el salón de miles de aficionados que encontraban en sus palabras la precisión técnica de un experto y la calidez de un amigo.
Desde las etapas interminables de la Vuelta a España hasta las clásicas de primavera, Alañá destacó por un estilo que hoy parece en peligro de extinción: el rigor sin estridencias. Sabía cuándo dejar que el silencio hablara y cuándo intervenir para explicar por qué un ataque a falta de 50 kilómetros era una locura o una genialidad.

El respeto de un pelotón entero
Lo que hacía especial a Jesús no era solo su capacidad de análisis, sino el respeto que infundía en el pelotón profesional. Para los ciclistas, no era "un periodista más"; era alguien que entendía el sufrimiento del oficio. Su capacidad para conectar con los protagonistas —desde los líderes del Tour de Francia hasta los gregarios más humildes— le permitió ofrecer siempre una visión humana del deporte.
"Jesús tenía ese don de la radio antigua: te hacía ver la carrera aunque solo lo estuvieras escuchando. Sabía los nombres de los masajistas, de los mecánicos y de los directores. Conocía las tripas de este deporte como pocos", comentan hoy colegas del gremio.
Un legado que perdura
Su marcha deja un vacío difícil de llenar en las cabinas de prensa y en las caravanas de las grandes vueltas. Sin embargo, su legado queda impreso en las nuevas generaciones de periodistas a los que siempre estuvo dispuesto a aconsejar con generosidad.
Hoy, cuando el pelotón ruede en cualquier lugar del mundo, habrá un pensamiento dedicado a él. El ciclismo español pierde a un cronista, pero la leyenda de su voz seguirá resonando en cada cima conquistada y en cada meta cruzada.
Descansa en paz, Jesús. Gracias por el viaje.
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