Noticia de ciclismo publicada el a las 21:20h
en la sección de Carretera
Nueva crónica de Islas Baleares-Caisse d´Epargne sobre las vivencias del equipo en el Tour
Esta noche nos toca traslado. Después de acabar la etapa, recoger los bártulos, ducharse (los corredores) en lugares habilitados por la organización, adecentarnos un poco después de todo el día arriba y abajo (creo que hoy no sería el mejor día para encontrar novia), comer el inevitable bocata de queso con 2 manzanas y un trago de agua, nos queda otra etapa maratón, esta vez sin público ni caravanas en las cunetas, ni pancartas, ni publicidad, ni Jean Marie Leblanc subido en su coche rojo impartiendo el “angelus” (algún día explicaremos esto del angelus) y explicándonos por Radio-Tour que hoy hemos celebrado los 100 años de la primera vez que se subió un gran puerto en el Tour de Francia, porque en 1905 al Sr. Henry Desgrange (antecesor de Jaques Goddet, antecesor del propio Leblanc) se le ocurrió introducir el Balón de Alsacia en el recorrido de la tercera edición del Tour.
Por allí pasó primero un tal Pottier (encantado) que ganaría el Tour al año siguiente, cuando la clasificación general no era por tiempo sino por puntos.
Aquí a la grupetta nos esperan 425 kilómetros de traslado desde Mulhouse a Grenoble, donde mañana pasaremos el primer día de descanso ¿? del Tour, antes de empezar la alta montaña (¿hay montaña que no sea alta?) con las 2 etapas por los Alpes. Así que hoy llegaremos al Novotel de Voreppe - el año pasado ya estuvimos alojados en la etapa de Alpe d’Huez- justo antes de que empiecen a quitar las calles. Diríamos que el Tour son 2 en uno: el que los ciclistas hacen en bici y los demás en coche, y el otro, el de los traslados interminables desde y hasta los hoteles en avión, en coche, en tren, en velocípedo, como sea para llegar antes y descansar lo, máximo posible.
Esta es otra carrera contrarreloj no exenta de importancia: quien sea capaz de arañarle una hora de descanso al día, al final del Tour habrá descansado 21 horas más que el resto. Y eso pueden ser 3 o 4 minutos de ventaja subiendo los puertos. Así que “tonto el último”, hoy es probable que los radares de las carreteras en Francia se pongan las botas con la familia ciclista. Menos mal que nuestro flamante autobús de 75 millones de caballos, según me ha contado el “Guaje” es lo más parecido al Concorde en versión pullman.
Por cierto, creo que la etapa la ha ganado el danés Rasmussen, pero no hemos tenido ni tiempo de enterarnos, porque ya estábamos con todo empaquetado y listos para salir. De hecho, esta crónica se ha cocinado entre los semáforos que regulan la salida de Mulhouse. Ustedes perdonen, pero el cronómetro corre y hay que llegar a descansar. Porque aquí en Francia las calles las quitan pronto. Mañana contaremos quién ha ganado esta otra “etapa”. Aquí también somos favoritos.
Islas Baleares Press
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