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Lukas y Daniel. Dos austriacos que normalmente se pasan el día exprimiendo sus mountain bikes en los senderos más implacables, se plantean entender en un viaje desde el País Vasco hasta Barcelona, lo que realmente significa el gravel. Y de paso, sacar el máximo provecho de sus Mondraker Arid y Neat. Gravel y ebike una combinación única para unir a dos amigos en una de esas historias que se recuerdan para siempre.
Esta es la historia de White Horses contada por ellos:
Algunas historias no comienzan con un mapa. Comienzan con una mirada, un gesto con la cabeza o un buen apretón de manos. Así somos los austriacos. La historia comienza con dos riders. Dos ciclistas experimentados de mundos diferentes: Daniel, con una personalidad modelada a base de carreras y podios. Lukas, con una historia marcada por los senderos alpinos y los bike parks. Dos riders que no nos hemos unido para buscar un destino, sino para disfrutar un viaje. No hay nada que ganar, pero si mucho que aprender. Historias y recuerdos que sin saberlo van a permanecer para toda la vida.
Con la misma energía que planeamos el viaje, debatimos que tipo de bici íbamos a usar. Un viaje mezcla de adrenalina y cierta introspección personal. Descensos rápidos pero también mañanas tranquilas. Y al final nos decidimos por las Mondraker Arid y Neat. Dos modelos con caracteres totalmente diferentes, listos para enfrentarse a la grava, la montaña y cualquier tipo de terreno intermedio que nos encontráramos.
Tormentas y puestas de sol
Desde las calles que saludan a los surfistas en San Sebastián hasta el aire color dorado de Barcelona, la carretera se va haciendo presente ante nuestros ojos, lista para ser descubierta. Tapas, cervezas y la inigualable energía de la costa del País Vasco marcaron el comienzo, mientras que la niebla de los valles, las lluvias casi torrenciales y algunos problemas de logística, definieron los días siguientes.
Cada zona que descubríamos mostraba una nueva personalidad
Como el Embalse de Yesa, en color turquesa interminable. Los Pirineos, nevados e interminables recordándonos que la naturaleza solo sigue sus propias reglas. A veces con tormentas de granizo y subidas imposibles. Tan cruda como real y radiante.
Las noches fueron frías y los senderos largos. A veces hasta el trazado de los mapas y los caminos nos parecían recuerdos lejanos. Todo era nuevo y diferente a lo anterior. Eso sí, las comidas compartidas tras horas de pedaleo sabían a gloria. Florian y Oliver, que nos acompañaron durante toda la semana documentando cada pedalada y cada momento imprevisible que se iba presentando, fueron el complemento perfecto para nuestro equipo. Embutidos en nuestra caravana Sunlight, el espacio se convirtió rápidamente en un lugar acogedor y en una base móvil en la que tirar hacia adelante juntos.
Camino hacia el este
Durante nuestro primer viaje de San Sebastián a Lekunberri ya hicimos un buen uso de nuestra ‘base’. Digamos que el tiempo se cruzó completamente en nuestros planes. Sin embargo, en cuanto el cielo se abrió volvimos a ponernos en marcha. Empujamos hacia el este, serpenteando por valles escondidos tras la niebla y pueblecitos de encanto de hasta llegar a Pamplona. No fue sólo la conducción lo que supuso un pequeño reto, sino también la logística que nos obligó a rodar en zonas remotas. Desde abastecernos de agua y electricidad a encontrar algún supermercado abierto en el medio de la nada. Todo se consideraba una misión.
Un cielo pintado de fuego
El descenso en Aínsa bajo un cielo pintado de fuego hizo que todo el esfuerzo hubiera merecido la pena. ¿Una vuelta más por el Puerto de Serrablo? Por supuesto. Navegación gracias a las recomendaciones de los locales y un horario marcado por nada más que la luz del día.
El Destino
En Montserrat, la tierra sagrada llegando a Barcelona, las piernas comenzaban a pedir un descanso. Finalmente, Barcelona nos dio la bienvenida con la arena de la playa bajo nuestros pies para dejar la marca de un viaje plenamente vivido.
Más que un viaje
Esta aventura no fue sólo un viaje por carretera. Fue una celebración de la amistad alimentada por el ritmo de las ruedas que giraban, apoyada por nuestras compañeras Arid y Neat que nunca hacían preguntas. Dos amigos, dos bicis y una historia grabada en las polvorientas y sorprendentes carreteras secundarias de España. No era una carrera, ni una lista en la que marcar objetivos. Tan solo la carretera por descubrir, la cámara grabando en todo momento y los corazones totalmente abiertos para recibir todo lo que llegara por delante.
