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Islas Baleares: después de la tempestad...

Islas Baleares: después de la tempestad...
Nuevo episodio de las vivencias del equipo Islas Baleares en el Tour Nos cuentan desde España que ayer alguien, una radio amiga, puso voz a nuestras palabras. No sabemos cómo sonarían, pero hoy seguimos con un nudo en la garganta, y no por el champán con el que brindamos en la cena, acompañados por el aplauso de Armstrong y su equipo, con los que compartíamos hotel, y por la guitarra de Sheryl Crow, que siempre anima, y cómo anima. Bueno con la guitarra también. A esas horas, ya noche cerrada en los Alpes, nuestro hotel seguía siendo un hervidero de periodistas, cámaras, cables, micrófonos. Una especie de Torre de Babel donde se oía hablar en mil idiomas. “Oye, el chico que ha ganado la etapa es bueno?” preguntaba un periodista japonés. Pues va a ser que “oui”. ¿Y hoy qué? La Madeleine, Telegraph, Galibier. Nombres de leyenda, de épica, la historia de esta hermosa locura ideada por el señor a quien se le dedica un busto en lo alto del Galibier, a 2.600 metros de altura, Henry Desgrange, quien junto a Geo Lefebvre ideó en una taberna de París allá por noviembre de 1902 poner en marcha esta aventura que más de 100 años después nos sigue cautivando y emocionando. Empezando el Col de La Madeleine, Vinokourov, Botero, Pereiro, Heras, heridos de ayer, guerreros caídos, buscan restañar sus heridas. Son las 13:00, quedan 4 horas por delante de nervios, emoción, sufrimiento y pasión. Y con ellos, Paco Mancebo, otra vez Paco, cada día más ambicioso, jugando a la grande. Un ataque desde lejos, a la antigua usanza. Todo o nada. Ganar el Tour (el nudo de la garganta se aprieta). Ciclismo en estado puro. Todavía no nos hemos recuperado de lo de ayer (el ácido acetilsalicílico hará milagros) y ya estamos de nuevo en la cola del cardiólogo. Bendita locura. Como ayer, el Team Illes Balears – Caisse d’Epargne. Cuando Paco tira de los escapados y la ventaja sube a 1 minuto y Valverde baja al coche del médico a cola de pelotón, 13:32 horas, ya tenemos el by-pass pedido. El estómago de “Bala”, comido por la tensión, los nervios y la emoción de ayer (desde hoy, para abreviar, será “Bala”) da un aviso y nos recuerda: “mi dueño tiene 25 años, es su primer Tour y hay que tener tranquilidad”. Sea. Paco, que además de valiente es inteligente, se da cuenta que esa fuga, con él dentro, no llega muy lejos, y se reintegra en el grupo. A partir de ahí, nada en La Madeleine, nada en Telegraph, todo en Galibier. O sea, nada. Nada nuevo. Vino y Botero por delante, el resto, quietos, amarrados, bailando sobre el alambre que sostiene Armstrong por los extremos. Yo no puedo, yo no quiero, a mi me da la risa. Vino, el ciclista que pedalea por él y por su fallecido amigo Kivilev (Ki-Vi era su grito de guerra) gana la etapa, minuto y medio. Honores y fanfarrias. Acabamos donde lo dejamos ayer. Con Valverde en el podium vestido de blanco. Flores y trofeo. Diluvia en Briançon. La tempestad nos trae la calma. A descansar.

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